A los afectos que perduran... Ellos mueven el mundo.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Salir del Laberinto


   Sobre la conferencia: “Salir del Laberinto”
¿Cuál es tu Laberinto? ¿Ese en el que sueles perderte?
El Laberinto es un símbolo. Uno de los más conocidos. Pocos hay que no hayan oído hablar de Ariadna y del hilo que le da a Teseo. Es un mito que forma ya parte de la Humanidad. Pero ¿cómo entenderlo y cómo aplicarlo a nuestra vida?
La palabra “mito” tiene muchos significados, cuento, leyenda... Pero esencialmente los mitos son narraciones maravillosas, fuera del tiempo, protagonizadas por personajes divinos o heroicos, que relatan acontecimientos importantes en la vida del ser humano: La vida, los retos a los que nos vemos enfrentados, la libertad…
Siempre han estado presentes a lo largo de la Historia de la Humanidad, y sus símbolos han llevado su mensaje a través de todas las épocas.
El mundo simbólico es inherente a la conciencia del ser humano. Es imposible de destruir. Es el lenguaje de los sueños, de la poesía y hasta de lo que hacemos sin darnos cuenta. Pueden cambiar las formas externas de esas historias para adaptarse a cada época pero el fenómeno seguirá existiendo. Y su esencia es la misma a lo largo del tiempo.
Los mitos nos dan su mensaje portador de una sabiduría ancestral con un lenguaje de imágenes que trasciende lo racional y que se presta a muchas interpretaciones.
Como Joseph Campbel y Carl Jung descubrieron, son historias que con ligeras variaciones se repiten. Usan símbolos universales, que aparecen con formas similares, en culturas y pueblos muy alejados unos de otros, tanto en el espacio como en el tiempo.
Teseo enfrentado al Laberinto es uno de los mitos más conocidos. El héroe es Teseo y la prueba el Laberinto:
Minos era el hijo del rey de Creta y aunque no le correspondía gobernar por sucesión, deseaba hacerlo. Le pide  a Poseidón, dios de las aguas, una señal que le indique que tiene su protección para ser el nuevo rey de Creta. Poseidón como señal, hizo salir de los mares un hermoso toro blanco que Minos prometió sacrificar cuando fuera rey. Pero el toro era tan maravilloso que no pudo hacerlo y sacrificó en su lugar otro animal, escondiendo al toro blanco entre sus rebaños. Poseidón, descubrió el engaño, e ideó una forma de castigar a Minos. Hizo que su esposa, Pasifae, se enamorara locamente del toro y tuviera la necesidad de yacer con él. De esta unión nació el Minotauro. Minos, horrorizado, encargó a su arquitecto Dédalo que construyera un lugar donde esconderlo. Y Dédalo construyó el Laberinto. El Minotauro, allí encerrado, sólo comía carne humana y cada año siete muchachas y siete muchachos atenienses eran enviados como tributo a Creta, que años atrás había vencido a Atenas. Eran introducidos en el Laberinto y sacrificados a la bestia. Pero un año, Teseo, hijo del rey de Atenas, se ofreció para ser uno de los muchachos entregados a Creta para ser sacrificados. Su intención era matar al Minotauro y liberar a su patria del pesado tributo. Teseo es el héroe que se enfrenta a una tarea descomunal. Cuando llega a Creta conoce a Ariadna, hija de Minos y se enamora de ella. Ariadna ayuda a Teseo. Le da su famoso hilo para que, si consigue matar al Minotauro, pueda salir del Laberinto. Teseo se enfrenta a la bestia y la mata y gracias al hilo de Ariadna no se pierde y consigue volver.
Es normal encontrar en relatos como éste, tres mundos, tres lugares claramente diferenciados:
*La tierra o el mar,  que es el reino de Poseidón. Es el plano medio.
*El Hades, el inframundo, lo subterráneo, lo oscuro y tenebroso, el Laberinto en este caso, donde está todo aquello que da miedo, donde bajan los héroes para vencerse o superar una prueba. Esta prueba simboliza una ruptura con el pasado, un aprendizaje que provoca un avance, es un paso necesario que te abre a una vida mejor y más plena.
*Y el cielo, donde viven los dioses.
El mundo está lleno de Laberintos, de antros y lugares oscuros, donde es fácil perderse, donde puede aparecer un Minotauro que te pondrá a prueba. Lleno de situaciones confusas en las que tomar el camino adecuado se convierte en algo decisivo. Podemos interpretar, por tanto, esta historia en clave psicológica ya que en nuestro interior existen estos tres niveles también:
*La tierra, que es la conciencia normal.
*El Hades, es el inconsciente, donde ocultamos lo que nos duele, lo que nos da miedo, lo que no queremos ver, lo que negamos reiteradamente ante el mundo y ante nosotros mismos. Es la parte a la que no tenemos acceso voluntario y que se expresa sin querer, sin que seamos conscientes de ello o haya una decisión voluntaria por nuestra parte.
*El cielo es la parte más sabia, noble y superior en nosotros, a la que se accede tras ir superando las pruebas de la vida.
Para llegar hasta aquí es necesario preguntarse ¿Cuál es nuestro Minotauro? ¿Cuál es nuestro miedo fundamental? Ese tipo de preguntas que no solemos hacernos. ¿A qué le tememos más? ¿Qué deseamos realmente en la vida? Y sobre todo ¿Qué nos impide conseguirlo?
Borges, en su cuento corto “La Casa de Asterión” nos ofrece otra mirada sobre el Laberinto y sobre el monstruo que vive en él. En este relato el Minotauro es un ser que despierta ternura. Su misma diferencia, con la que nació y de la que no es culpable, le ha condenado a la soledad más dolorosa, y,  aunque en esa enorme casa cambiante en la que vive ha ideado mil juegos para evadirla, sabe que no es posible. Desea ser matado, desea liberarse y encontrar tras la muerte un lugar más amable que el áspero y cambiante Laberinto en el que se ha visto obligado a vivir toda su vida. Por eso cuando Teseo le encuentra, no se resiste y se deja matar.
El monstruo a veces no es tal monstruo si miramos más a fondo, es sólo un ser que sufre y que no ha conseguido encontrar la salida a su sufrimiento. Esa  parte existe en cada uno de nosotros, ahí está lo que nos hace raros, diferentes, a veces peligrosos, lo que nos aparta de los demás, lo que pugna por salir, por liberarse de las mil ataduras con las que la vida nos aprisiona, que lucha como fiera por resolver su herida. Y sin embargo no puede. Y espera con resignación que aparezca, alguien o algo, un Teseo adecuado y le libere.
El mensaje de este mito es sencillo: “Baja a tu interior, atrévete a buscar y mirar lo que te da tanto miedo, lo que no quieres ver, resuélvelo, busca algo a lo que agarrarte, un hilo que te ayude a salir y luego vuelve a la vida normal.” Esta es la prueba, y es diferente para cada uno de nosotros.
Esta liberación interior tiene una trascendencia absoluta, no sólo nos lleva a ser más felices, a superarnos continuamente, sino a un profundo autoconocimiento que es el único camino a una verdadera libertad, porque la libertad no nos la puede dar nadie, es una conquista personal.Y va mucho más allá de seguir apetencias.
La sociedad ya no tiene leyes tan restrictivas, ahora son nuestras tendencias arraigadas, nuestras carencias, nuestros hábitos, el miedo que nos impide ser tal y cual somos, lo que más nos esclaviza, nuestro Minotauro particular a vencer. Liberar, transformar al monstruo que hay en cada uno de nosotros es el único modo que realmente tenemos de hacer un mundo mejor.
 Desde antiguo nos acompaña la famosa máxima “Conócete a ti mismo”. Ya Platón exhortaba a conocerse y gobernarse interiormente con equidad.
Una persona que no se conoce acaba siendo dañina para si misma y para los demás. 
“Nada cambia si tú no cambias”. El verdadero cambio personal, social y político es el cambio de los individuos.  El avance real y determinante, si queremos un mundo de otro tipo, no es el avance tecnológico, es el avance de la conciencia. Ya que las relaciones que establecemos  y  las sociedades que creamos no son más que el reflejo del tipo de seres humanos que somos.


domingo, 23 de octubre de 2011

Lo que hacemos lo aprendimos para sobrevivir.

El comportamiento de una persona es un libro abierto en el que leer su historia. A través de sus pequeños gestos, de lo que elige, de lo que rechaza, de lo que hace siempre, de lo que no hace nunca, de sus reacciones... nos habla sin saberlo y sin quererlo de las cosas que le han pasado ...
Aquello que hago siempre y aquello que no hago nunca se ha convertido en una conducta rígida tras la que a duras penas intento protegerme de las mismas heridas que en el pasado, cuando era una niña, quizás una adolescente, me causaron un daño demoledor.
Tras cada sentimiento, cada sensación a la que a penas puedo poner palabras aunque sean las que mueven mi vida hay siempre una historia de la que no soy consciente. Hace ya mucho que convertí en hábitos mis reacciones a sucesos pasados, (y a sucesos presentes que me recuerdan los pasados)  y así formé mi personalidad de la que estoy tan orgullosa y que tantos problemas me causa a veces:
¿Qué me ha pasado en mi vida cuando al expresar mis sentimientos, mis debilidades me siento vulnerable?
O ¿qué me ha pasado en mi vida que temo comprometerme? ¿O qué me pasó que ahora soy incapaz de mostrar a otros con satisfacción mis cualidades o ponerme un vestido especial sin sentir pudor?
A todos nos faltó el apoyo, todos de una u otra manera hemos tenido carencias que siguen siendo visibles.
Lo que hacemos ahora lo aprendimos para sobrevivir. Nos hizo falta y nos salvó en un momento dado. Era lo mejor que podíamos hacer en un pasado en el que vivíamos en manos de otros.  Pero ahora podemos ya elegir si queremos seguir manteniendo lo que no nos hace felices, o queremos y podemos cambiarlo. Si queremos empezar a experimentar con una conducta más flexible que baile con el mundo al compás de nuestras emociones.

lunes, 15 de agosto de 2011

Fantasía ¿veneno o remedio?

Todos dedicamos tiempo a soñar, o lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida. Yo no soy diferente del resto. Aunque ahora que me paro a pensarlo me doy cuenta de que no hablo ya de ello. Y por lo poco que oigo a otros hablar de sus sueños veo que sienten la misma resistencia que yo.
Quizás sea porque en una época en la que "el tiempo es oro", todo se traduce en términos de utilidad y rentabilidad económica, los adultos olvidamos lo que no da una ganancia inmediata, nos volvemos prácticos en masa y soñar se deja atrás como cosa de niños y adolescentes: No pasa de ser una gran pérdida de tiempo.
Pero aunque haya muchas personas que así lo creen, ni los sueños, ni la imaginación, ni la fantasía son una pérdida de tiempo. No necesariamente.
Son la antesala de la acción. Me sirvieron para explorar el futuro en busca de posibilidades. O para explorar el pasado en busca de errores, de razones que en su momento no vi, de emociones que se me escaparon..., de una visión más amplia en definitiva. Son una fuente inagotable de conocimiento de mi misma, de mis necesidades y de mis deseos. Me dan la posibilidad de inventar, de crear una vida más plena. Son una puerta abierta a la novedad, al cambio y a la evolución, y me alejan de un aburrimiento que ahoga. Son la chispa que arde en mi interior y que me impulsa más allá de lo que soy. Son la voz con la que me habla el Universo. La energía que mueve a la Humanidad en su camino.
Cuando me abstraigo de la realidad presente y me sumerjo de lleno en una historia en la que soy directora,  guionista y actriz lo hago buscando saciar una necesidad que aún no está satisfecha. Pasar a un mundo paralelo en el que mis deseos se hacen realidad. En el que puedo encarar un problema ensayando libremente y sin miedo al error, las diferentes posibilidades, y puedo sacar conclusiones de una forma simbólica. Imagino palabras que digo, que me dicen. Me imagino viviendo, del mismo modo en que lo hago o de otro diferente. Me imagino actuando y luego imagino a otros respondiendo con sus actos a los míos en una sucesión de interacciones que no sé adonde conducen de antemano, y que a veces tienen el poder de sorprenderme. Allí, al final del camino encuentro conclusiones que nunca hubiera encontrado de otro modo. Y en el fondo de las historias que guardan un patrón que se repite de diferentes modos puedo hallar mi corazón al desnudo. Allí puedo hacerme las preguntas más certeras. ¿Por qué necesito imaginar esto? ¿Qué me dice?...
Pero al igual que una sustancia  puede ser veneno o medicina al mismo tiempo, imaginar cosas que podrían ocurrir o fantasear con lo imposible puede ser peligroso o beneficioso a la vez y es la dosis la que marca la diferencia.
Abusar, por exceso o por defecto, puede convertirse en una trampa que deja escapar el presente y con él la verdadera vida,  una vida más feliz:
Vivir en el pasado recordando viejas glorias, sintiendo que el presente nos proporciona una vida inadecuada. O vivir en el futuro pensándolo de mil maneras pero sin hacer nada en el aquí y ahora. Sin encontrar la proporción correcta para que ni el pasado ni el futuro echen a perder el presente. O vivir sin imaginación y de espaldas a la fantasía fijándome así a una realidad en la que no hay cambios, que aburre y que ahoga por lo repetitiva. O vivir sólo de fantasía como eterno adolescente que paró de evolucionar. O peor aún perderse en la niebla de la ilusióncreerse las propias fantasías perdiendo el contacto con la realidad y traspasando el límite de la cordura. Pues cuando uno siente una necesidad y desconoce la verdadera causa de ese vacío, las ilusiones se convierten en su amo y él en su esclavo.
Todas ellas son dosis poco recomendables.

El hábito de escaparse a través de la fantasía es un signo de abandono o abuso, un resto de una época de la infancia en la que no podíamos defendernos, ni huir, ni elegir algo diferente. Sólo podíamos resistir al arrullo de una amiga que nos recordaba que la belleza y el amor existían aunque fuera en sueños. Los niños cuando no tienen recursos para afrontar situaciones difíciles usan la fantasía para sobrevivir, como único sustento frente a una realidad dolorosa que no les da lo que necesitan, amor, seguridad y aceptación sobre todo.Pero crecen y todo cambia y ya si pueden elegir y buscar la belleza y el amor allí donde se encuentran, en el mundo real.

(A mis hijas con amor )

Del primer curso en formación Gestalt en Centro Defábula, Granada

domingo, 12 de junio de 2011

Inteligencia emocional y espiritual: "La experiencia más bella que podemos tener es la ...

"La experiencia más bella que podemos tener es la de lo misterioso" Einstein

La vida es demasiado breve y demasiado misteriosa. Tanto que sorprende y asusta si nos atrevemos a parar por un instante la actividad incesante en la que, sin hacernos pregunta alguna, nos embarcamos.
"¿Donde estoy? ¿A qué causas debo mi existencia y a qué condición retornaré?" (David Hume)
Muchos filósofos se han hecho una y otra vez a lo largo de los siglos las mismas preguntas. Y muchos más que no pasaron a la historia del pensamiento humano también se las hicieron. Y se las hacen.
"¿Donde estoy? ¿Qué quiere decir mundo? ¿Qué significa esta palabra? ¿Quién me ha introducido en todo esto y me ha dejado ahora abandonado aquí? ¿Quién soy yo? ¿Cómo he venido al mundo? ¿Por qué no fui preguntado, por qué no se me hizo conocer las costumbres y convencionalismos, sino que se me situó en la fila como si hubiese sido comprado por un comerciante de almas?" (Kierkegaard)
"Cuando considero la poca duración de mi vida, absorbida en la eternidad precedente y siguiente, me espanto y me asombro de verme más bien aquí que allá.... ¿Quién me ha puesto aquí? ¿Por orden y autoridad de quién este lugar y este tiempo me han sido destinados?" (Blaise Pascal)
Aunque seguramente son mayoría los que nunca se las hacen... Como sociedad occidental hemos perdido la relación mágica y misteriosa con la tierra y con el universo, ya no hay tiempo ni lugar para dar cobijo a las preguntas que no tiene respuesta...
Sin embargo, y aunque me lanzaron aquí sin preguntarme y sin saber la razón, me veo enfrentada a buscar un sentido que me sirva para vivir. Y vivir lo mejor posible. Yo encuentro el sentido colaborando con mi pequeño grano de arena..., cuando tengo la fortuna de hallarlo..., en:
-La transformación social. Todo cambio exterior comienza en el interior de los sueños y de la imaginación de cada persona que participa en ella.
-La mejora de la educación.
-La contribución a una ética global: Tenemos responsabilidad por todo lo que hacemos y por lo que no hacemos. Todas nuestras decisiones y acciones, tanto como nuestras desganas de actuar, tienen consecuencias sobre los demás y sobre el mundo que creamos.
-La búsqueda de la paz.
-El aumento de la conciencia ecológica.
-La felicidad interior.
-A través de la admiración de la belleza, del arte.
-La creación en sí, un poder al alcance de todos los seres humanos. Creación no ya de una obra de arte, sino de cualquier obra, grande o pequeña, una pintura, una buena comida o un arreglo en el jardín, y sobre todo la creación del día a día de nuestra vida.
Creación con entusiasmo. Una palabra bella que significa "tener un dios dentro de sí". La persona entusiasta cree en sí misma, en los demás, en la fuerza que tiene para transformar el mundo y su propia realidad.
El peor de los dramas que un ser humano puede sufrir es carecer de entusiasmo, carecer de todo tipo de ideales, no aspirar a nada pues eso convierte la vida en una burda representación. Ahí cesa la vida y acaba el ser vivo aunque continúe en apariencia y ya sin alma y  lleve a los demás a tomar por vivas personas que hace mucho que murieron.
-Y amar... quizás lo que más carga de sentido la vida. "Amar es la causa, la seña y la justificación de la vida. Amarlo todo de Dios abajo. Es decir, aquí no hay abajo ni arriba: amarlo todo. Amarlo todo menos lo que es pereza de amar. Porque en el fondo de nuestro desamor y de nuestro automatismo que todo lo lleva a mal llevar, no hay más que pereza. Sacudámosla, pues; esforcémonos: nada más que esto, y habremos justificado nuestra vida: reformándonos nosotros mismos solamente, ya habremos reformado al mundo."(Joan Maragall)

Sobre "Inteligencia espiritual" de Francesc Torralba

domingo, 16 de enero de 2011

"Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros. Lo que hacemos por los demás y por el mundo permanece para siempre".
Sin embargo raramente me pregunto ¿Qué me gustaría que recordara la gente de mí cuando haya muerto? ¿O qué quiero dejar en el mundo aunque ya nadie me recuerde?

domingo, 9 de enero de 2011

Sentimientos, los grandes "avisadores" de la vida (II)

Los sentimientos son los grandes "avisadores" de la vida, me muestran de una manera ineludible lo que necesito, aquello que echo en falta o aquello que me sobra. Al escuchar mis emociones y sentimientos me veo en mi realidad más profunda.
Los sentimientos revelan lo que es importante y significativo para mí y lo que no lo es.
A veces no descubro lo que de verdad quiero porque salgo demasiado rápido de cualquier emoción o sentimiento desagradable. A veces desarreglo y bloqueo el proceso que me lleva a la acción (emociones y sentimientos que me muestran lo que me interesa, aquello con lo que estoy involucad@, aquello que necesito para después hacer algo, pasar a la acción y  satisfacer la necesidad, crecer, progresar, desarrollarme)
¿Cómo bloqueo el proceso?
*Con falsas creencias que hemos heredado de otros y aceptado sin reflexionar y sin poner a prueba.
*Permitiendo que experiencias pasadas y ya obsoletas sigan actuando. Quizás algunas estrategias nos fueran útiles en el pasado, quizás entonces fueran adecuadas pero ya no lo son.
*Permitiendo que queden sin cerrar asuntos pasados e inconclusos. Guardar asuntos pasados eternamente pendientes, necesidades insatisfechas en su momento que ya no pueden satisfacerse porque la persona de la que se trata ya no está o no es como era.
En definitiva con ideas, creencias, fantasías y recuerdos que no nos dejan vivir con fluidez, con verdad. Entonces rechazamos lo que "es" ahora, ponemos en marcha mecanismos de defensa ante lo que nos evoca el pasado y nos desviamos de nuestro verdadero sentir de hoy. 
Surgen sentimientos falsos, necesidades falsas, acciones erróneas, que nos apaciguan momentáneamente pero no nos satisfacen de verdad. Y así convertimos el afecto en dependencia, el miedo en pánico y terror, el enojo en cólera y furia, la tristeza en desolación y depresión y la alegría en manía eufórica.
Son también sentimientos falsos y disfuncionales que nos avisan de que en algún momento el proceso natural se ha torcido: la rabia, la culpa, los celos, la impotencia, la vergüenza, la apatía, la lástima, el rechazo, el resentimiento, el desprecio, la envidia, la fragilidad, el hastío, la humillación, la incapacidad, la inseguridad, la resignación, la sumisión, la dominación, la venganza, etc. Son además, sentimientos devaluantes y minimizantes.
Cualquier sentimiento y emoción que va contra la propia estima o que tiene como objetivo el daño ajeno, no es sano, es falso y lleva a la infelicidad no al desarrollo ni a las satisfacción de mis verdaderas necesidades.


Del curso "Sentimientos y emociones en las relaciones de ayuda"
Myriam Muñoz Polit