A los afectos que perduran... Ellos mueven el mundo.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Autoestima y libertades emocionales

En nuestras relaciones de pareja, familiares, de amistad, de trabajo y hasta en las más superficiales, hacemos y decimos cosas que dañan la autoestima de los que están a nuestro lado en ese momento.
Aún las personas más independientes, somos sensibles y reaccionamos con nuestras emociones a las palabras y conductas de las personas a las que queremos o que son importantes para nosotros. Reaccionamos con alegría, con tristeza, con desconcierto, con ira..., aún cuando guardemos silencio y no hagamos nada.
Todo lo que daña la autoestima reduce la posibilidad de establecer un buen contacto con otra persona. El objetivo, si se desea una buena relación, es la preservación y el acrecentamiento de la autoestima de ambas personas. Sentir que somos valiosos, aceptados, valorados, respetados, comprendidos, mientras estamos con alguien es lo que mantiene la continuidad del contacto. Entonces podemos abandonar la posición defensiva. Entonces podemos disfrutar de la interacción con el otro. Desear verle, hablarle, escucharle... una vez más.
La gente puede herir la autoestima. La mayoría de las veces se trata de una conducta no deliberada. Aprendida de los padres o de otros y considerada como natural de tan repetida. En algunos casos actuar de manera que se hiera la autoestima de los demás es vista como el único modo posible de relacionarse. A veces la libertad es confundida con no sujetarse a norma alguna de relación con los demás, con capricho momentáneo y pasajero. A veces no se ve lo evidente.
El sentimiento de autoestima es influído por lo que los demás hacen o dicen. Pero depende sobre todo de lo que nosotros pensamos, hacemos y decimos.
Para conseguir el acrecentamiento de la autoestima lo único que necesitamos es cambiar nuestras actitudes y aprender nuevos conocimientos personales, nuevos modos de hablar y de hacer, de reaccionar. En esto radica lo doloroso del cambio, hay que abandonar la comodidad de la familiaridad. Una vez que se abandona lo familiar, se entra en lo desconocido, algo que produce temor, ansiedad, o inseguridad a la mayoría de nosotros.
Lo que posibilita que incrementemos nuestros sentimientos de autoestima es nuestra disposición de aceptar nuevas posibilidades, de probarlas para ver si nos van y luego, si es así, de ponerlas en práctica mientras llegamos a apropiárnoslas.
Para iniciar el proceso Virginia Satir, ha desarrollado las "cinco libertades":

* La libertad de ver y escuchar lo que está aquí, en lugar de lo que debería estar, estuvo o estará. En lugar de lo que uno desea o imagina. Es vernos tal y cuál somos. Es ver a los demás tal y cuál son. Es ver la realidad. Es negarnos a vivir en una fantasía personal y privada, hecha a medida de nuestros deseos.

* La libertad de decir lo que se siente y se piensa, en lugar de lo que se debería sentir y pensar.

* La libertad de sentir lo que se siente, en lugar de lo que debería sentirse.

* La libertad de pedir lo que se quiere, en lugar de tener siempre que pedir permiso.

* La libertad de arriesgarse por su propia cuenta, en lugar de optar únicamente por estar seguro y no perturbar la tranquilidad.

La libertad de... implica la capacidad de...

Darse permiso para hacer esas cinco cosas trasforma y mejora nuestra vida sin dejar de respetar a los demás. Nos mostramos tal y como somos sin imponer nada al otro que siempre será libre de actuar ante lo que hacemos como desee. Nos expresamos sin dañar la autoestima de nadie. Tenemos derecho a VER, a DECIR, a SENTIR, a PEDIR aunque no se nos responda, tenemos derecho a ARRIESGARNOS viendo, diciendo, sintiendo, pidiendo...
En el momento en el que nos reconocemos como personas con derecho a ver, decir, sentir, pedir y arriesgarse nuestra autoestima se eleva, vemos a los demás con los mismos derechos y podemos empezar a relacionarnos de una forma auténtica con ellos, sin máscaras, sin defensas, sin fantasía, sin falsedad...

No hay comentarios:

Publicar un comentario