A los afectos que perduran... Ellos mueven el mundo.

domingo, 17 de octubre de 2010

Hacia el bienestar interior

¿Cómo resolver mi sufrimiento interior?
Encontrando en mí la voluntad firme de querer llegar hasta el núcleo de mi insatisfacción, malestar, miedo o sufrimiento en cualquiera de sus formas.
¿Y cómo llegar hasta mi propio y profundo conocimiento interior?
A través de los demás: Familia, amigos, pareja, psicólogo, incluso desconocidos con los que entramos en comunicación. La comunicación ilumina.
Y si sabemos qué nos pasa y por qué, podremos tomar más decisiones acertadas que aumenten nuestro bienestar.
En su primera cita con el psicoanalista Wilfred Bion una persona que incluso se había mudado de ciudad para poder asistir a sus sesiones le dijo:
-En realidad no sé por qué estoy aquí, pero creo que usted será capaz de entenderme y de ayudarme.
Bion respondió:
-Si supiera el porqué, no estaría aquí; no habría malgastado su tiempo en venir. Ya no tendría el problema. Ha venido a verme precisamente porque no sabe por qué ha venido.
La mayoría de las personas sabemos de nuestro malestar interior pero ignoramos su verdadera causa. Esos problemas comenzaron a gestarse cuando éramos demasiado pequeños para razonar y hablar de lo que sucedía a nuestro alrededor y quedaron en nuestra memoria en forma de emociones. Hay muchas cosas que se nos escapan, que nos resultan oscuras.
Algunos, si acuden a un psicólogo, eligen un posible motivo que a veces es sólo una "tapadera", o sólo una parte de las dificultades que esa persona tiene.
Son nuestras emociones las que están sufriendo y no sabemos por qué. Necesitamos aceptar que se trata de un problema que perturba nuestro espíritu, que nos trastorna el corazón. Ese es el sentido que le damos cuando lo llamamos "problema".
¿Por qué comienzo a resolver este sufrimiento cuando hablo con otra persona?
¿Es que la persona con la que hablamos sabe lo que nosotros no sabemos?¿Y si nos lo dice cesa nuestro malestar porque ya nos conocemos?
¿O es que el acto de la comunicación en sí misma actúa como iluminador?
Las otras personas, sobre todo las que nos conocen, pueden ver en nosotros algunas cosas, incluso muchas. Y si son psicólogos tienen teorías o principios generales que adquieren significado cuando se encarnan en los detalles de la experiencia de vida de una persona. Pero ya Freud descubrió que decirle a una persona la causa escondida de su sufrimiento no vale para nada. Nuestra conciencia racional no está conectada con el lugar en el que está almacenada la emoción, o el recuerdo que nos hizo daño. El miedo no desaparece automáticamente, los problemas no se alivian cuando se le imparten conocimientos al que sufre. Al menos no es la forma principal de resolver el problema. Es una solución impuesta desde fuera para explicar algo y que no responde a las emociones con las que esa persona se identifica.
Lo crucial no es el conocimiento en sí mismo, sino más bien algo relacionado con el proceso de adquisición de dicho conocimiento. Es la propia comunicación la que ilumina. En ella van las semillas de nuestros descubrimientos sobre nosotros.
El primer paso de la comunicación es poner en palabras mis pensamientos y mis sentimientos, pensar sobre ellos, entenderlos y transmitirlos a los demás de una forma reconocible para otros. (Si pervierto el uso del lenguaje y te transmito algo contradictorio e ininteligible que no puedo sostener no me estoy comunicando. La comunicación supone siempre reducir incertidumbre, despejar dudas. Aunque hay personas que por miedo usan las palabras de una forma oscura para controlar las situaciones, para mantener una permanente ambigüedad que les permite manipular y dominar las interacciones con los otros. O para no exponerse a oír lo que les daña en exceso, etc.)
Por tanto cruzar el espacio que nos separa a ti y a mí con un puente de palabras ya me da algo que no tenía. Y es un paso difícil. (Esto no significa hablar de todo con cualquiera. Yo elijo libremente qué y con quién)
Puede que tengamos retazos de conocimiento aislado y desconocemos que los tenemos. Retazos que permanecen dormidos en la mente hasta que un día despiertan en forma de descubrimiento. Han entrado en relación con otros conocimientos y pasan a formar parte de algo más amplio que ya existía. El acto del entendimiento de nosotros es el resultado de encontrar una buena "imagen" interior en relación con la zona problemática. De un explicar voluntario, acertado, con sentido y en relación a nuestras emociones.
Las personas con las que entramos en comunicación nos ofrecen modelos diferentes, pensamientos, opiniones, preguntas e interrogantes, modos de sentir y actuar distintos que provocan que nos veamos con más claridad. A veces nos ofrecen su imagen (más o menos acertada)de nosotros.
La interacción da sabiduría. Y va mejorando y ampliando esa "imagen" de lo que nos hace sufrir. Voy añadiendo piezas hasta formar un todo cada vez más completo.
Y conocerme a mí mismo hasta donde me sea posible es el criterio fundamental por el que soy capaz de entender a los demás.
Ambas cosas van unidas y son esenciales. Entender a los demás abre la puerta a la verdadera comunicación y a los afectos auténticos. No se ama verdaderamente lo que no se conoce, ni nos amamos ni amamos a otros.
Por algo todos los sabios han apoyado el "conócete a ti mismo".
Pero esto sólo es una parte...Llegar a mis zonas sensibles, superarlas, sanarlas, requiere más aún...
Bibliografía: "Una conversación curativa" Neville Symington

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