A los afectos que perduran... Ellos mueven el mundo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Libertad de... y libertad para...

Libertad... Palabra cargada de emoción, palabra bella... Y para la mayoría de los que transitamos por el sistema educativo sin pensar, ni estudiar las nociones filosóficas más simples y esenciales para un buen vivir, palabra vacía. Que no comprendemos en todo su significado. Que no vivimos.
¡Pobre libertad malinterpretada... ! Confundida con capricho, con apetencia momentánea, con dar rienda suelta a una necesidad o a un instinto. Con dejarse llevar erráticamente, sin rumbo ni concierto hacia ningún lugar en brazos de "lo que surge"...
Cualquier animal puede hacer todo eso.
La libertad es sólo y plenamente una cualidad humana. Y es bastante más difícil de alcanzar... Requiere fortaleza de ánimo, valentía, capacidad de decisión, un criterio personal basado en ideas claras que nos permita discriminar acertadamente y una voluntad fuerte.
La libertad podemos verla desde dos puntos de vista:
Somos "libres de..." y sobre todo "libres para..."
Quizás por nuestra reciente historia española, hemos mirado (y en exceso) sólo el aspecto "libertad de..." Libertad con respecto al sistema político, a las instituciones o a nuestros padres... Y vamos por la vida como eternos adolescentes rebeldes, en contínuo combate con ellos y con el mundo, viendo siempre en cada norma, y en cada institución un sistema político represor que a estas alturas ya no existe; y en cada persona que nos requiere algo, a un padre o una madre autoritar@ que nos hace una petición abusiva. A veces rechazamos incluso las normas más básicas de buena convivencia que hacen posible el amor y las relaciones armónicas y duraderas.
La libertad comienza en nuestro interior. Como decía Gandhi "...la libertad externa que podemos obtener será sólo de la proporción exacta a la libertad interior que podamos haber cultivado en un momento dado. Nuestra principal energía debería estar concentrada en lograr reformarnos desde dentro". En lograr, diría yo, que el efecto nocivo de la conducta de nuestros padres (la mayoría de ellos bastante autoritarios) quede definitivamente en el pasado y no sea revivido por cada persona que en el presente nos pide algo sensato o por cada norma de convivencia, propia de un sistema democrático.
La libertad es también "libertad para...", para la acción. Y esta es su parte más importante. Una vez liberados de las cadenas, es cuando empieza la verdadera libertad. Elegir proyectos, fines y metas hacia las que caminar y entregarse a ellas con todas sus consecuencias, aceptando también el esfuerzo, como parte esencial de esa libertad. Esto no es ya un comportamiento animal sino humano.
Pareciera que cuando nos esforzamos, trabajamos, o sufrimos incomodidades ya no estamos siendo libres.
Si decido tener un jardín, trabajar duramente en él, no limita mi libertad, sólo es una consecuencia de ella.
Cada vez que decido emprender un camino o me propongo conseguir algo, tendré belleza, placer, alegría y cuantas ventajas me han impulsado a elegir ese camino y tendré sufrimiento, tendré que superar alguna prueba, y como las cosas acostumbran a ponerse difíciles, tendré que realizar algún esfuerzo, tendré que trabajar...
Ser capaz de mantener el timón con firmeza, a pesar de las dificultades es lo que da un rumbo a mi nave. Un rumbo que he elegido libremente. Y ese rumbo nunca me lo dará "lo que surge". Frase que es un tópico hoy día, sobre todo entre los más jóvenes.
En mi caso, un rumbo hacia la felicidad, la paz interior, el crecimiento, la sabiduría. Hacia el amor y las relaciones equilibradas. Hacia la armonía con mi entorno y con el mundo en el que vivo.

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